Preguntas frecuentes acerca de la Cumbre de Río 1992

5. ¿Qué es la “Declaración de principios relativos a los bosques” Río 1992?

Es un documento que contiene una serie de directrices para la ordenación más sostenible de los bosques en el mundo. Corresponde a la parte 11 de la Agenda 21, aprobado en la Cumbre de Río 1992.

El numeral 11.2.a) Trata sobre “Reforzar las instituciones nacionales que se ocupan de cuestiones forestales; ampliar el alcance y la eficacia de las actividades relacionadas con la ordenación, la conservación y el desarrollo sostenible de los bosques y asegurar eficazmente el aprovechamiento y la producción sostenibles de los bienes y servicios forestales, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo; para el año 2000, reforzar la capacidad y competencia de las instituciones nacionales de manera que puedan adquirir los conocimientos necesarios para proteger y conservar los bosques, así como ampliar su esfera de acción y, en consecuencia, aumentar la eficacia de los programas y las actividades relacionados con la ordenación y el desarrollo de los bosques.

Los hechos demuestran que después de Río 1992 los objetivos relativos a los bosques no se han cumplido. La deforestación tomó mayor intensidad, no solo en Borneo, donde la deforestación de manera hostil se inició en los 1970, sino en el Amazonas y otras selvas y bosques del mundo.

¿Cuánto han deforestado? Es imposible saberlo. La corrupción y las mafias imposibilitan conocer la verdad. Hay decenas de maneras de eludir los controles, especialmente mediante pequeños y grandes sobornos en toda la cadena de comercialización de la selva. Las trampas incluyen falsificación de lugares protegidos, sustitución de clases de árboles, cambios de unas zonas por otras, notas de embarque adulteradas y documentos de nacionalización en los países receptores que no corresponden a la realidad. Todo esto dificulta la obtención de datos estadísticos confiables en los principales bosques del mundo.

Según datos de la WWF, en un informe producido en 2005, la superficie boscosa de la gran selva del sudeste asiático, en 1985 se situaba cerca del 78%, en 2000 en 58%. Para 2010 la ONG proyectaba 44% y 33% para 2020. Si tomamos en cuenta que Borneo poseía su selva 100% intacta en tiempos tan cercanos como 1950, podemos concluir que en tan solo 70 años la enorme isla, más del doble del tamaño de Alemania, ha perdido dos tercios de sus árboles y cantidad de ecosistemas que a la naturaleza le llevaron millones de años construir.

Según el artículo “Deforestación en Brasil”, de Wikipedia, se estima que el país sudamericano “tenía originalmente el 90% de su área cubierta por formaciones forestales variadas, el restante estaba constituido de campos, pero en 2000 la proporción total había bajado a 62,3%”.

Los recientes incendios intencionales en el pulmón del mundo (2019), método utilizado para eliminar raíces y limpiar otros residuos, saldos de innumerables deforestaciones, demuestran que no hay ninguna intención de parte del gobierno de Brasil por respetar la “Declaración de principios relativos a los bosques, Río 1992”. Además, prueban que la ONU no posee los medios para detener esta catástrofe ecológica que está en pleno desarrollo. Los países poseedores de bosques madereros se escudan en su soberanía nacional para hacer lo que mejor les parece dentro de su territorio. Una espada de Demócles que pende peligrosamente sobre la humanidad.

Según el informe de la FAO de 2018, titulado El Estado de los Bosques en el Mundo, “La deforestación supone la segunda causa principal del cambio climático – después de la quema de combustibles fósiles- y representa casi el 20% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero.  Esto es más que todo el sector del transporte del mundo. Entre un 24% y un 30% del potencial total de mitigación se puede obtener mediante la detención y reducción de la deforestación tropical”.

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