Revisado enero de 2020

La Cumbre de Río fue una reunión fundamental, más trascendental de lo que la mayoría de las personas piensa. Allí se sentaron las bases para la lucha contra el cambio climático y afrontar las amenazas que se ciernen sobre la vida en la Tierra, con miras al siglo XXI. En Río se estableció la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) y se acordó la creación de la COP, Conferencia de las Partes, como su órgano supremo. Para el que quiera adentrarse en los temas medioambientales, el calentamiento global, cambio climático, etc., es imprescindible obtener información sobre la Cumbre de Río 1992.

La Segunda Cumbre de la Tierra se celebró en Río de Janeiro, Brasil, entre el 3 y el 14 de junio de 1992. La Primera Cumbre de la Tierra tuvo lugar en Estocolmo, Suecia, 1972. La reunión de Río fue organizada por la ONU, con Maurice Strong como su secretario general. Contó con la asistencia de 172 países, incluidos 108 Jefes de Estado y de Gobierno, además de 400 representantes de organizaciones no gubernamentales. Por otro lado, unas 17.000 personas asistieron al Foro de las ONG, celebrado paralelamente a la Cumbre.

Entre los objetivos de la Declaración de Río podemos considerar la creación de una nueva forma de cooperación entre los Estados, los sectores y las personas, sobre temas relativos a la protección del ambiente y un desarrollo económico sostenible en armonía con el medioambiente y la cooperación entre los países para proteger, preservar y restablecer las condiciones de la Tierra.

Río fue la madre de las conferencias, convenciones y declaraciones climáticas; principios relativos a los bosques; lucha contra la desertificación; convenios sobre la diversidad biológica; Agenda 21 o acción climática mundial para promover el desarrollo sostenible.

Sin embargo, también hay que decirlo: la mayoría de estos convenios no tuvieron carácter vinculante, o sea, no se creó un marco legal que obligara a los países o partes a cumplirlos. Es por esto, en parte, que luego de transcurridos casi treinta años, la mayoría de las metas no se ha alcanzado.

1. La Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo

Se compone de 27 principios. Básicamente es una reafirmación de los 26 Principios de la Declaración de Estocolmo, equiparable con la Declaración de los Derechos Humanos, orientada hacia la normalización de las relaciones de los seres humanos con el medio ambiente. Fue establecida en la Primera Cumbre de la Tierra, también conocida como «Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano», organizada en 1972 por iniciativa de Suecia, en conjunto con la ONU.

2. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático

Uno de los logros más destacados de la Cumbre de Río fue el establecimiento de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC),que entró en vigor en marzo de 1994, con la premisa de reforzar la conciencia pública a escala mundial sobre los problemas relativos al cambio climático. Entre los objetivos de la CMNUCC se destaca la necesidad de estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera para impedir riesgos en el sistema climático.

3. La creación de las COP, conferencias climáticas anuales

Se acordó la creación de la COP, Conferencia de las Partes, como el órgano supremo de la CMNUCC y la asociación de todos los países y partes que la conforman. Ya no habría que esperar diez o veinte años para la siguiente reunión climática, puesto que se decidió que la realización de la COP sería anual, lo cual se ha cumplido al pie de la letra. En las COP intervienen expertos en medioambiente, ministros, jefes de estado y organizaciones no gubernamentales.

La última COP fue la COP25 organizada por Chile en 2019 y efectuada en Madrid. La próxima será la COP26, que se realizará en Glasgow a finales de 2020. Se espera que en la ciudad escocesa se active el Acuerdo de París.

4. Declaración de principios relativos a los bosques.

La Declaración de principios para la ordenación sostenible de los bosques, aunque no tiene fuerza jurídica vinculante, dispone: «Todos los países, en especial los países desarrollados, deberían esforzarse por reverdecer la Tierra mediante la reforestación y la conservación forestal; que los Estados tienen derecho a desarrollar sus bosques conforme a sus necesidades socioeconómicas, y que deben aportarse a los países en desarrollo recursos financieros destinados concretamente a establecer programas de conservación forestal con miras a promover una política económica y social de sustitución».

5. Convención de la lucha contra la desertificación.

En la Cumbre de Río se trató el problema de la desertificación, que desde hace tiempo viene tomando características alarmantes. En Río se adelantó acerca de cómo hacer frente al problema y se apoyó un nuevo enfoque integrado sobre el mismo. Entró en vigor el 26 de diciembre de 1996”. El extenso documento de la ONU, «Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación en los países afectados por la sequía grave o la desertificación, en particular en África«, consta de 6 partes, 40 artículos y decenas de secciones y numerales.

6. Convenio sobre la Diversidad Biológica.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) es un tratado internacional jurídicamente vinculante con tres objetivos principales: «la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos. Su objetivo general es promover medidas que conduzcan a un futuro sostenible».

7. El Programa 21. Plan de acción mundial para promover el desarrollo sostenible.

El Programa 21, también conocido como Agenda 21, contiene más de 2.500 recomendaciones prácticas. En él se abordan los problemas más urgentes. «Su objetivo es preparar al mundo para los retos del próximo siglo. Incluye propuestas concretas en cuestiones sociales y económicas, como la lucha contra la pobreza, la evolución de los modelos de producción y consumo, la dinámica demográfica, la conservación y ordenación de nuestros recursos naturales, la protección de la atmósfera, los océanos y la diversidad biológica, la prevención de la deforestación y el fomento de la agricultura sostenible.»

Críticas a la Cumbre de Río

En un largo artículo titulado «El discreto encanto de la cumbre de la Tierra. Evaluación impresionista de Río92» escrito luego de la Cumbre por Roberto Guimaraes, el politólogo brasileño, investigador de la División de Desarrollo Social de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL), indica:

«En términos generales, todos los acuerdos adoptados en la Río-92 produjeron más frustración que satisfacción entre los observadores. La convención sobre cambios climáticos, por ejemplo, era el documento más esperado de la conferencia; y no sin motivo, puesto que la convención había sido originalmente formulada para eliminar, o por lo menos frenar, los procesos que contribuyen al incremento de las temperaturas promedio de la atmósfera y el aumento del nivel de los océanos, evitando así los impactos negativos para la agricultura y las áreas costeras. Las altas expectativas respecto de esa convención sólo son comparables con el nivel de frustración generalizada con que ha sido recibido el texto final. Constituye, de hecho, el más grande fracaso de Río. Su texto se ha visto tan «aguado» en las discusiones previas, que el documento finalmente aprobado perdió mucha de su fuerza original, y se asemeja más a una simple declaración de intenciones. En lugar de adoptar medidas urgentes en esa área, el texto actual tan solo «recomienda» la estabilización de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a los niveles existentes en 1990. Aun así, no fija plazos para que tal estabilización se haga efectiva.»

Otras pruebas de que los compromisos adquiridos en las conferencias climáticas no se cumplen

El incremento constante de la temperatura mundial

Las PPM, partes por millón de dióxido de carbono, presentes en la atmósfera desde hace cientos de millones de años, han producido el efecto invernadero natural de la Tierra, característica que ha permitido la vida en nuestro planeta, debido a su cualidad de mantener una temperatura bastante constante. Pero las emisiones de CO2 antropogénicas aumentan la cantidad de PPM en la atmósfera de un modo no natural, incrementando el calentamiento global y su efecto el cambio climático. Solo en este siglo XXI la temperatura mundial ha marcado 17 récords por esta causa.

El continuo aumento de las PPM en la atmósfera

Las PPM en la atmósfera no han cesado de crecer en casi tres siglos y en especial desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial.

En 1750, a inicios de la Revolución Industrial, se contabilizaban en 280 PPM. Cuando transcurría la Conferencia de Estocolmo, en 1972, se encontraban en 330 PPM. Veinte años después, durante la Cumbre de Río-92 ya había alcanzado 360 PPM. La marca psicológica de 400 PPM se rompió en 2016 y desde entonces ha subido a 415 PPM, cifra del 19 de mayo de 2019, proporcionada por Observatorio de Mauna Loa, con sede en Hawái. Incrementos como éstos no habían sucedido en la Tierra desde hace millones de años. Mientras las PPM sigan aumentando la temperatura también lo hará.

Conclusiones:

Debemos concluir que la mayoría de los objetivos de la Cumbre de Río no se han alcanzado. Cuando escribimos esto apenas faltan diez meses para la activación del Acuerdo de París. Por más que la ONU, las ONG y otros entes se esfuercen con sus buenos propósitos por revertir el cambio climático y sus efectos adversos, por ahora se les ha hecho difícil convertir sus intenciones en realidades. Esto se debe, principalmente, a la resistencia al cambio de parte de los grandes intereses, permanentes frenos y muros de contención ante cualquier acción que afecte sus haberes.

Las cifras mencionadas dos párrafos más arriba demuestran claramente que los grandes emisores de CO2 no han hecho la tarea asignada en las conferencias climáticas a lo largo de un cuarto de siglo. Tampoco lo han hecho aquellos países que basan su economía en el carbón, el petróleo y el gas natural, y no quieren dejar de producir estos combustibles fósiles. Sin duda son los principales responsables de la situación climática de la Tierra. Sin embargo, todavía estamos a tiempo de revertirla. La producción de coches eléctricos, la energía eólica y la energía solar van en aumento. En la medida que se incremente aún más la fabricación de éstos, se abaratarán los costos de la electromovilidad, los aerogeneradores y los paneles fotovoltaicos. Esto hará menos competitivos a los combustibles fósiles, a la vez que se irán achicando los mercados del carbón e hidrocarburos.

Sandor Alejandro Gerendas-Kiss