No es poco lo que se está jugando en la selva del Amazonas. El pulmón del mundo no debe ser una ficha en la ruleta de un casino. Ese emporio de biodiversidad tiene cerca de 7 millones de Km2, es 12 veces el tamaño de España, posee 80 mil clases de árboles, 140 mil especies de plantas, 20% de las especies mundiales, el río más largo y caudaloso del mundo, cuyo volumen contiene entre un 15 a 20 % del agua dulce del mundo y un delta que mide 240 km de ancho.

La selva del Amazonas lleva casi tres semanas ardiendo y todavía el incendio no ha podido ser controlado. Es tan grave el asunto que desde hace varios días viene acaparando los titulares de los medios del mundo. Por otra parte, millones de personas y entes han despachado decenas de millones de tuits en los últimos días, buscando información y manifestando su preocupación por el problema, algo que hasta ahora no habíamos visto.

Llevamos años alertando que a la selva amazónica pudiera ocurrirle lo mismo que lo sucedido a la selva de Borneo, el otrora pulmón del sudeste asiático, entre 1970 y 2000. (ver listado de nuestros artículos al final). Lamentablemente ahora le está sucediendo lo mismo a la gran selva sudamericana.

La deforestación, causa principal de los incendios en las selvas tropicales

La tala de árboles, con el fin de suplir materia prima a la industria maderera y papelera, deja una inmensa cantidad de bases de troncos, raíces y gran cantidad de maleza en el terreno que ha sido deforestado. Luego de un tiempo, después de que este material vegetal se ha secado, se procede a la limpieza del área. El vacío dejado se ocupa generalmente con la siembra de palma de aceite, de soja y de pasto para la cría de ganado, si nos atenemos a la experiencia de Borneo y a la de la propia Amazonas.

El método más utilizado para estas limpiezas es el llamado «incendio controlado», pero que a veces se sale de control, con efectos devastadores, como sucedió tantas veces en Borneo. Quizás sea también el origen del incendio actual de nuestra querida Amazonas.

Un poco sobre Borneo

Borneo, situada en el sudeste asiático, con sus 743.330 Km2, ocupa la tercera posición entre las mayores islas de la Tierra y es más grande que Francia. Borneo (Kalimantan en indonesio) tiene una subdivisión política en tres países: Indonesia posee el 72,6%, Malasia el 26,7% y Brunéi menos del 1%.

Hasta 1950, el 96% de la isla de Borneo era bosque primario, mientras que hoy sólo queda el 44%. La destrucción no se frena, sino que aumenta su velocidad, como señala WWF. Algunos científicos aseguran que lo sucedido en Borneo es la mayor y más veloz catástrofe ecológica hecha por el hombre en la historia de la humanidad. En mayo de 2007, 1.500 científicos de 70 países redactaron un documento en el que calificaban la situación de Borneo de “crítica” y urgían a llevar a cabo acciones inmediatas. Sin embargo, poca atención se les ha puesto hasta ahora.

Antes de la deforestación masiva de la que fue objeto, la selva lluviosa de Borneo era casi impenetrable por la gran cantidad de árboles y otras plantas que la conformaban. Durante la deforestación hostil la isla se convirtió en la mayor exportadora de maderas del mundo, incluso por encima del Amazonas y África juntos. Ya entrado el siglo XXI, la isla pasó a ser la exportadora número uno de aceite de palma. La historia breve es que a medida en que se iban despejando los bosques, los espacios desocupados por la tala de árboles fueron utilizados principalmente para la siembra de la palma de aceite.

Una sucesión de fuegos catastróficos

En los años de la gran deforestación de la ex selva lluviosa de Borneo, la NASA llegó a fotografiar hasta 2000 focos de incendios «controlados» en un solo día.

SGK-PLANET, en su artículo El Homo predator en Borneo, refiere: En 1994 un gran incendio arrasó con cuatro millones de hectáreas. No obstante, los peores incendios hasta ahora han sido los de 1997 y 1998 en Indonesia. Los siniestros han devastado millones de hectáreas de bosques, causando serios problemas de salud a la población y afectando a la industria turística. Según el diario El País de España, desde entonces se estableció un programa de vigilancia satelital, dependiente de la ONU, que permite localizar los focos más graves y medir la extensión de los incendios. Pero en 2001 se volvieron a disparar las alarmas al desatarse un voraz incendio que amenazaba con superar a todos los anteriores, pero al final pudo ser controlado. Pero aquellas medidas de vigilancia y control tuvieron poco efecto. De modo que el humo y los incendios llegaron a Borneo para quedarse los 365 días del año.

Evitar la deforestación de las selvas es más difícil que acabar con las emisiones de CO2

No es fácil acabar con las emisiones, pero al menos existen programas realistas y fechas topes para ello. Se están cerrando minas de carbón y centrales eléctricas alimentadas con carbón. Se va avanzando en la electromovilidad. Hay ciudades donde se está sustituyendo el transporte público convencional por buses eléctricos. El auto eléctrico ya lo producen casi todas las fábricas. En cuanto a la energía solar, los paneles fotovoltaicos son fáciles de instalar y se están abaratando. En muchos países son cada vez más populares. Algo similar pasa con la energía eólica. Las altas torres coronadas por aerogeneradores ya forman parte del paisaje de muchos pueblos y ciudades. Todo esto representa un importante avance hacia un mundo descarbonizado y sostenible. La economía circular es una posibilidad cierta.

No se puede decir lo mismo sobre la deforestación. En este campo todo sigue igual o peor que en las décadas pasadas. La cobertura vegetal es una en la lista de nueve límites del planeta establecidos por el Centro de Resiliencia de Estocolmo, entre 2009 y 2015, que según la UNESCO sería sumamente peligroso traspasar.

Dos grandes obstáculos para disminuir la deforestación

  1. La demanda. Mientras haya demanda habrá oferta. La adicción a la madera es un asunto complejo. Su calidez, textura y belleza no la proporciona ningún otro material, y por ello la madera se deja enamorar con facilidad. Pero el amor a la madera es un amor peligroso.

Además, la madera no solo se utiliza por capricho sino por necesidad, y por ahora no tiene un sustituto, ya que el hierro, el bronce, otros metales, plásticos, piedras graníticas o el mármol, no lo son. Pero habrá que buscar un remplazo o aprender a vivir sin la madera.

  1. La ilegalidad. La corrupción y complicidad, a través de todo el proceso de otorgamiento de permisos, tala, transporte y recepción de troncos y maderas no se ha podido evitar. El tráfico de maderas emplea falsificación de documentación en muchos lugares de origen y destino. Zonas prohibidas o santuarios en el Amazonas son violados y los papeles falsificados para que la verdad quede oculta entre las sombras.

Conclusiones

La deforestación de selvas y bosques, los incendios de vegetación, la sequía y la desertificación, son eslabones de la misma cadena. En nuestra opinión, son las más graves amenazas que se ciernen sobre la humanidad y las demás especies.

Los incendios masivos que hoy están sucediendo en la selva del Amazonas, acompañados del efecto mediático, deben servirnos para tomar conciencia de lo que está en juego, que es la vida misma. En primer lugar quienes habitamos en Suramérica tenemos que defender la Amazonia y presionar para que cese su destrucción. Son nueve países que comparten el Amazonas. Sus gobiernos, en vez de esquilmar la porción que les toca, deben convertirse en sus guardabosques. Es su obligación.

Que esta gran cobertura mediática mundial sobre el peligro que corre la Amazonia sirva para crear presión en los gobiernos, para que no sigan esgrimiendo la “soberanía nacional” para hacer lo que les da la gana con la selva. Porque si el Amazonas es de sus naciones, el pulmón y la necesidad de respirar son de toda la humanidad.

Sandor Alejandro Gerendas-Kiss