En momentos en que los negacionistas o escépticos del cambio climático van disminuyendo y perdiendo su influencia en el mundo, surge en el horizonte el presidente Donald Trump como negacionista número uno del calentamiento global, el cambio climático y otras perturbaciones en el Sistema Tierra, atribuidos a los humanos por la ciencia.

Esto es muy grave porque el señor Trump es nada más y nada menos que el presidente de los Estados Unidos, y por ello tiene un enorme poder y una capacidad de influir sobre otras personas y dirigentes del mundo. El caso más patente es el de Jair Bolsonaro, el recién electo presidente de Brasil, quien, entre sus primeros anuncios, quizás influenciado por el presidente Trump, sugirió que abriría la selva del Amazonas a la deforestación de sus bosques.

Los presidentes de los dos países más grandes de América anunciaron la posibilidad de retirar a sus naciones del Acuerdo de París, el crucial documento firmado por 197 países, que entrará en vigor en 2020. No sería de extrañar que otros líderes los imitaran y se retractaran del convenio que aceptaron en 2015. Todas estas amenazas pudieran materializarse en las dos primeras semanas de diciembre, en el marco de la reunión de la COP24, la conferencia sobre el cambio climático más importante del año.

El Acuerdo de París es el único instrumento que la humanidad tiene en sus manos para poner orden en las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar el calentamiento global de la Tierra a 2ºC, últimamente corregido a 1,5ºC, por recomendación del IPCC., el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.

Los negacionistas generalmente despachan sus enunciados con frases huecas, sin ninguna base: “Es un invento chino” ha dicho el presidente Trump recién electo. “No me lo creo” dijo durante el día del Black Friday (23-11-2018), refiriéndose al informe del Programa Investigación Científica sobre Cambio Climático de Estados Unidos, que publicó ese día el segundo volumen del Cuarto Informe Nacional sobre Cambio Climático. Dicho documento, elaborado por su propio gobierno, en el cual colaboraron 300 científicos de 13 agencias federales diferentes, se hizo dentro del marco de la ley.

En uno de sus apartados el informe dice: “si no se ponen en práctica esfuerzos sustanciales y sostenidos de mitigación global y adaptación regional, se espera que el cambio climático cause pérdidas crecientes a la infraestructura y las propiedades estadounidenses e impida la tasa de crecimiento económico durante este siglo”. Recientemente el presidente Trump escribió en un tuit: “¿No era que había calentamiento global?” Aludiendo al inusual frío para la fecha, que recorre varios lugares del planeta. Mr. Trump se olvida de que el frío se debe precisamente al calentamiento global.

A medida que los glaciares y los hielos polares se van fundiendo y deslizando en los mares y océanos, los vientos se encargan de llevar el frio superficial de las aguas a la atmósfera. Es un efecto como el de un gigantesco aparato de aire acondicionado que, utilizando agua fría y aire, baja la temperatura del ambiente. En el caso del planeta abarca amplias regiones. Si no se logra detener el calentamiento global este fenómeno continuará mientras existan glaciares y hielos polares. Una vez derretidos ya no habrá más frío en la Tierra y quizás hasta se cancelen los inviernos. En este caso la temperatura global llegará a extremos intolerables para la vida tal como la conocemos.

El otro tema es que no solo los tubos de escape de los autos, las chimeneas de las fábricas y centrales eléctricas son los causantes del cambio climático. Tampoco la quema de petróleo, carbón y gas natural son una amenaza única. Hay otros factores que son tan o más peligrosos y difíciles de arreglar, además de imposibles de negar.

No hay negacionista que pueda desconocer que los océanos, ríos y mares han sido contaminados con plásticos y otros materiales por seres humanos. Que la superpoblación mundial consume mayor cantidad de peces de la que la naturaleza puede reponer. Que la población mundial de vertebrados disminuyó un 60% desde 1970, por desplazamiento de sus hábitats para la siembra o urbanización, o por la cacería furtiva. Que la tala compulsiva e ilegal de casi todos los bosques del mundo producen desecado de ríos, desertificación de los suelos y rompen el ciclo del agua y otros procesos naturales.

El caso Borneo, un cambio climático antropogénico imposible de negar

Borneo ocupa la tercera posición entre las mayores islas de la Tierra y es más grande que Francia. Está ubicada en el sudeste asiático, a 1600 Km al sur de Vietnam, al oeste de Papua Nueva Guinea y a 3500 Km al norte de Australia. Borneo, llamado Kalimantan en indonesio, esta subdividida políticamente en tres partes: Malasia posee 26,7%, Indonesia el 72,6% y Brunéi menos del 1%. Borneo está habitada por 16,4 millones de personas.

“Hasta 1950, el 96% de la isla era bosque primario, mientras que hoy solo queda el 44%. La destrucción no se frena, sino que aumenta su velocidad”, señala WWF. Algunos científicos aseguran que lo sucedido en Borneo es la mayor y más veloz catástrofe ecológica hecha por el hombre en la historia de la humanidad. En mayo de 2007, 1.500 científicos de 70 países redactaron un documento en el que calificaban la situación de Borneo de «crítica» y urgían a llevar a cabo acciones inmediatas. Sin embargo, poco se ha hecho hasta ahora. Según Greenpeace, al ritmo actual, en 2022 el 98% del bosque primario, hábitat del orangután, habrá desaparecido. El libro de récords Guinness señaló a Indonesia en 2008 como campeón mundial de la deforestación.

El homo sapiens produjo en Borneo un cambio climático local, un desastre netamente antropogénico, cuyos efectos han alcanzado a las islas vecinas y la península de Singapur. Algunos científicos creen que su influencia ha llegado hasta a las lejanas Australia y Chile, y en parte es el causante de sus grandes incendios de vegetación y de áreas urbanas.

Mediante la tala incontrolada de árboles el ser humano convirtió a una de las mayores selvas húmedas del mundo, uno de los más importantes reservorios lluviosos del planeta, donde hace apenas medio siglo la humedad y el barro hacían inimaginables un incendio forestal, en un lugar árido, seco y hostil no apto para animales ni vegetales en la mayor parte de su territorio.

Aunque no se crea, aquel hermoso bosque de humedales y biodiversidades, entre las más prolijas y atrayentes de la Tierra, en gran parte del año se convierte en pasto de las llamas. Los frecuentes fuegos forestales en su mayoría son intencionales, con el fin de despejar terrenos para la siembra de palma de aceite, pero no pocas veces estos incendios se salen de control, y hasta de las fronteras de la enorme isla, diezmando aún más su variada y golpeada fauna y flora, además de lanzar miles de toneladas de CO2 a la atmósfera. Borneo es un caso gravísimo de la inconciencia humana respecto al medio ambiente, que no debería pasarse por alto.

Si se lleva a cabo la deforestación del Amazonas y otros bosques, es posible que la sequía, la tala masiva de árboles y los violentos incendios forestales arrasen con el planeta antes de que los glaciares se derritan e inunden las costas del mundo.

Sandor Alejandro Gerendas-Kiss

Fuentes:

El País. Trump sobre el informe del cambio climático: “No me lo creo”. Recuperado de https://elpais.com/internacional/2018/11/27/estados_unidos/1543283242_634443.html

The Guardian. Trump quiet as the UN warns of climate change catastrophe. Retrieve from https://www.theguardian.com/us-news/2018/oct/09/trump-climate-change-report-ipcc-response