La Primera Cumbre de la Tierra cumple medio siglo en junio de 2022. En este artículo analizamos los hechos positivos y negativos que se derivaron de Estocolmo-1972 en estos 50 años.
La Conferencia produjo la “Declaración de Estocolmo”, que consta de dos cuerpos de articulados que contienen siete proclamas y 26 principios orientados hacia la normalización de las relaciones de los seres humanos con el medio ambiente. El documento se ha comparado con la “Declaración de los Derechos Humanos”, y se ha definido como respuesta ante “la necesidad de un criterio y unos principios comunes que ofrezcan a los pueblos del mundo inspiración y guía para preservar y mejorar el medio humano”.
Orígenes de la Conferencia de Estocolmo
Los orígenes de la Conferencia se remontan a una propuesta del Gobierno de Suecia, expuesta en una carta del 20 de mayo de 1968, dirigida a la Organización de la Naciones Unidas. En el memorando explicativo adjunto, el gobierno sueco propuso convocar una conferencia bajo los auspicios de la ONU para buscar una solución a los problemas del entorno humano. El país nórdico señalaba: “Que los cambios provocados por el hombre en el medio natural se habían convertido en un problema urgente para los países desarrollados y los países en desarrollo, y que estos problemas solo podían resolverse mediante la cooperación internacional.”
La ONU remitió el asunto a su Consejo Económico y Social, el cual decidió incluir la propuesta de Suecia en su programa de sesiones efectuado ese mismo año. Tras largas deliberaciones el Consejo decidió realizar la Conferencia de Estocolmo o Primera Cumbre de la Tierra, también conocida como “Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano”, del 5 al 16 de junio de 1972, entre la ONU y Suecia. Fue dirigida por Olaf Palme, primer ministro de Suecia, y Kurt Waldheim, secretario general de la ONU. Asistieron representantes de 113 países, 19 organismos intergubernamentales, y más de 400 organizaciones no gubernamentales.
La Conferencia estableció un grupo de trabajo y tres comisiones que confeccionaron los seis temas principales del programa sobre el medio ambiente, objetivo principal de la convocatoria:
- Planificación y ordenación de los asentamientos humanos desde el punto de vista de la calidad del medio.
- Aspectos educacionales, informativos, sociales y culturales de las cuestiones relativas a la calidad del medio.
- Ordenación de los recursos naturales y sus relaciones con el medio.
- Desarrollo y medio.
- Definición de los agentes contaminantes de vasta importancia internacional y lucha contra los mismos.
- Consecuencias institucionales en el plano internacional de las propuestas de acción.
El 16 de junio de 1972, después de examinar y debatir los informes de las comisiones principales y del Grupo de Trabajo, el texto fue aprobó por aclamación, con el título de “Declaración sobre el Medio Humano”.
La Conferencia de Estocolmo, los hechos positivos y negativos medio siglo después
Lamentablemente, los hechos demuestran la poca atención e interés que los humanos hemos puesto a las sabias “Proclamas” y “Principios sobre el medio ambiente y el desarrollo”, emitidas en Estocolmo hace cincuenta años.
Los números hablan por sí solos. Veamos por ejemplo las PPM -partes por millón- de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. En 1972 se encontraban en 330 PPM, para 2021 ya alcanzaban los 416 PPM, un incremento del 26%, el más alto en los últimos tres millones de años. Los índices de PPM de CO2 están directamente relacionados con el aumento de temperatura global. En los últimos 21 años la temperatura mundial ha batido su récord 17 veces, lo cual ha incrementado los costos en vidas humanas y ha retrasado la lucha contra el cambio climático.
Las causas principales del incremento de las PPM son las emisiones de combustibles fósiles y la deforestación de los bosques. Las PPM se deben a las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el tráfico automotor, las industrias livianas y las pesadas como la siderúrgica, el aluminio, la química, el cemento, la industria eléctrica, el transporte aéreo y marítimo, que crecen al ritmo del aumento de la población, que en 1972 se acercaba a 4 mil millones de humanos y en 2022 se proyecta hacia los 8 mil millones, una duplicación en apenas dos generaciones.
Respecto a la deforestación de las selvas, apenas finalizada la Conferencias en Estocolmo se incrementó la tala indiscriminada de bosques. Borneo, el pulmón del sudeste asiático fue un caso patético entre 1970 y 2000. También cabe destacar la deforestación agresiva de las selvas africanas. La selva del Amazonas, el pulmón del mundo, comenzó a talarse en los 1970 y su deforestación agresiva y descontrolada ha continuado hasta hoy y amenaza con salirse de las manos, con efectos graves para toda Sudamérica y el resto del mundo.
Las consecuencias principales del incremento de la temperatura mundial y la deforestación de las selvas son el aumento de los incendios forestales, las sequías, la contaminación del aire, la escasez de agua para el consumo humano, animal y vegetal, la contaminación y degradación de los suelos y la desertificación del planeta.
Los hechos positivos de la Conferencia de Estocolmo, medio siglo después
A pesar de todos estos aspectos negativos, debemos reconocer que hoy día existe una mayor conciencia pública que hace 50 años sobre el calentamiento global, el cambio climático y temas relacionados. Lo mismo podemos decir sobre la educación climática, el reciclaje, la conciencia de la gente, etc. Hoy existen varios movimientos que luchan contra el cambio climático, en los que participan miles de niños, adolescentes y jóvenes. Pero el mayor avance lo observamos en la transición energética que está en pleno desarrollo, algo que no podemos decir de la deforestación de los bosques, el talón de Aquiles de la humanidad.
La producción de paneles fotovoltaicos para la energía solar y la instalación de torres de energía eólica son una realidad indetenible. La fabricación de autos y otros transportes eléctricos va en crecimiento. Casi todas las fábricas de automóviles están compitiendo fuertemente por conquistar el mercado de la electromovilidad. En cuanto a los países ya hay anuncios de la prohibición total de autos de combustión interna entre 2030 y 2050.
El hidrógeno verde merece un capítulo especial
El hidrógeno verde (H2V) está llamado a convertirse en el combustible clave del proceso de transición energética del planeta. El H2V se extrae del agua mediante electrólisis, un procedimiento 100% limpio, ya que la electricidad que necesitan los electrolizadores para separar el H2 del H2O es generada por fuentes renovables como la energía solar, la energía eólica o la energía hidráulica. Por esto se llama hidrógeno verde, para diferenciarlo del H2 que proviene del petróleo, el carbón o el gas natural, en cuya extracción sí se liberan gases de efecto invernadero.
El H2V es el combustible ideal para complementar la energía solar, la eólica y la hidráulica, ya que éstas carecen de la capacidad necesaria para mover las industrias pesadas como la siderúrgica, el aluminio, la química, el cemento, la industria eléctrica, el transporte aéreo y marítimo, mientras que el H2V si la tiene.
El proceso de descarbonización es imparable y será un triunfo de la humanidad.
Cantidad de empresas y países están trabajando para aumentar la producción de H2V para bajar los costos y precios necesarios para competir con los combustibles fósiles. Veamos:
En diciembre de 2020 seis empresas líderes mundiales anunciaron la formación de “La catapulta del Hidrógeno Verde”, una coalición global que acelerará la escala y producción de H2V, multiplicándolo cincuenta veces en los próximos seis años. Esto, sin duda, ayudará a transformar las industrias más intensivas basadas en el carbón, como las generadoras de energía eléctrica, productos químicos, acero y el transporte aéreo y marítimo.
En diciembre de 2021 Iberdrola y H2 Green Steel firmaron un acuerdo para construir una planta de H2V de 1.000 MW de capacidad instalada para alimentar un horno de reducción directa de acero con capacidad para producir cerca de dos millones de toneladas de acero al año.
La empresa petrolera Shello, comenzó a dar pasos para ingresar al club de la transición energética. “La gigante del crudo firmó un acuerdo con la alemana Thyssenkrupp para llevar a cabo la construcción de una enorme planta de electrólisis de hidrógeno de 200 MW en el puerto de Róterdam, en los Países Bajos”.
Recientemente el grupo Ningxia Baofeng Energy Group, que opera en China “dedicada principalmente a la producción de carbón y venta de productos químicos, ha puesto en marcha uno de los mayores proyectos de hidrógeno verde del mundo (…), ha conseguido poner en funcionamiento un enorme electrolizador alcalino de 150 MW alimentado por paneles solares de 200 MW”. Otro caso es el del gigante petrolero chino Sinopec, “que inició la construcción de una instalación de electrolizadores alcalinos aún mayor que la de Ningxia, puesto que se trata de 260MW”, también en China, que se completará a mediados de 2023.
Sandor Alejandro Gerendas-Kiss
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