Les puedo decir que desde que llevo siguiendo las COP, desde la presentación del Protocolo de Kioto, COP3, Japón 1997, Chile ha hecho una de las mejores campañas, actividades y concienciación sobre el cambio climático y sus temas conexos que he visto en los meses previos a una COP. Sus páginas web, sus videos y su extensa y actualizada información salieron desde principios de año, más temprano que de costumbre. Sus programas inspiraron y activaron a muchos niños, adolescentes y jóvenes.
También es obligatorio mencionar el enorme espacio que el país austral dispuso para el buen desenvolvimiento del evento, y la inspiración de arquitectos, diseñadores y demás trabajadores crearon las diferente zonas y sus instalaciones.
El título de este post viene del artículo «Chile y su oportunidad de oro para pasar a la historia», publicado en enero de 2019, con récord de lecturas durante todo este año.
Lamento profundamente que los amigos chilenos ya no podrán ver la realización de la COP25 en su territorio, el más importante evento climático del año, y en el que tanto entusiasmo y expectativas acumularon.
Estoy seguro de que hubiesen realizado una de las mejores Conferencias de las Partes escenificadas hasta ahora y hubieran puesto muy en alto el nombre de Chile y el de toda Latinoamérica.
Sin embargo, a Chile todavía le queda su oportunidad de oro, dos océanos más arriba, en ese gran país que es España. Allí, a pesar del poco tiempo que resta de aquí al 2 de diciembre, hoy apenas 30 días, Chile podrá culminar su actuación con el mismo entusiasmo con el que inició.
No olvidemos que el Acuerdo de París entra en vigor en 2020 y la COP25 es el último escalón para finalmente alcanzar la cima de la montaña, allí donde nos espera ese importante documento para entrar en acción.
El Acuerdo de París es la esperanza de la humanidad para un mundo mejor, en todos los sentidos. Con él, si todo va bien, comenzaremos a librarnos de las amenazas del cambio climático, ese monstruo de nueve cabezas que hemos creado. También es la solución para eliminar la contaminación del aire, esa gravísima amenaza para la salud que tanto afecta a los habitantes de innumerables ciudades; o des-plastificar ríos, mares y océanos; o lograr el Desarrollo Sustentable, así con mayúsculas, porque este documento es la madre de casi todos los convenios climáticos.
Sandor Alejandro Gerendas-Kiss
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