El hidrógeno verde está llamado a convertirse en el combustible estrella en el proceso de transición energética del planeta, con lo cual se alcanzaría el tan anhelado mundo descarbonizado.
Las empresas petroleras deben asumir esta realidad y darse cuenta del momento histórico que estamos viviendo. En vez de ver al hidrógeno verde (H2V) como una amenaza, deben mirarlo como su oportunidad de oro. Si no lo hacen, verán pasar el autobús de la historia delante de sus ojos.
El éxito de la transición al H2V conllevaría dos efectos de gran valor para la vida en la Tierra.
Con el primero, de índole global, se frenaría el hasta ahora imparable aumento de temperatura del planeta, causante del cambio climático, que solo en este recién comenzado siglo XXI ya ha batido su récord 17 veces y amenaza con seguir su carrera alcista si no actuamos con decisión y urgencia. Cada grado de aumento de temperatura significa un nuevo incremento del cambio climático de la Tierra.
Mediante el otro, de efecto local, se descontaminaría el aire, es decir, se alcanzaría el aire limpio. La contaminación del aire es ocasionada principalmente por el tráfico automotor, la industria pesada y el humo de los incendios. Parte del sector eléctrico, por ejemplo, se mueve por medio del carbón, el más contaminante de los combustibles. La polución del aire está causando estragos en las grandes ciudades, en algunas de las cuales la situación es tan alarmante que está llegando al límite de la tolerancia humana. Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, «alrededor de 4.2 millones de personas mueren anualmente en el mundo por causas relacionadas con exposición a la polución y aire contaminado».
El H2V se extrae del agua mediante electrólisis, un procedimiento 100% limpio, ya que la electricidad que necesitan los electrolizadores para separar el H2 del H2O es generada por fuentes renovables como la energía solar, la energía eólica o la energía hidráulica. Por esto se llama hidrógeno verde, para diferenciarlo del H2 que proviene del petróleo, el carbón o el gas natural, en cuya extracción sí se liberan gases de efecto invernadero.
El H2V es el combustible ideal para complementar la energía solar, la eólica y la hidráulica, ya que éstas carecen de la capacidad necesaria para mover las industrias pesadas como la siderúrgica, el aluminio, la química, el cemento, la industria eléctrica, el transporte aéreo y marítimo, mientras que el H2V si la tiene.
La transición energética está en plena marcha y más temprano que tarde se impondrá. Solo es cuestión de tiempo. No hay vuelta atrás. El proceso de descarbonización es imparable y será un triunfo de la humanidad, siempre que se sigan los pasos correctos. Cantidad de empresas y países ya están trabajando para aumentar la producción de H2V para bajar los costos y precios necesarios para competir con los combustibles fósiles.
Las empresas petroleras tienen que asumir la realidad y darse cuenta del momento histórico que estamos viviendo. En vez de ver al H2V como una amenaza, deben mirarlo como su oportunidad de oro. Si no lo hacen, verán pasar el autobús de la historia delante de sus ojos. Si perciben el cambio de patrones energéticos, pudieran mantener su papel preponderante dentro del sector, ya que poseen los recursos necesarios para tomar la delantera. Lo tienen todo para ser los héroes y, además, quedarse con buena parte del mercado del H2V.
Esto último algunos pudieran tomarlo como un chiste, pero no es broma, si tomamos en cuenta la larga experiencia que acumula el sector petrolero, unido a sus recursos económicos, humanos, tecnológicos e infraestructura, como las redes de transporte y distribución de gas natural y petróleo, que pudieran reconvertirse para suministrar el nuevo combustible de manera similar a los antiguos combustibles fósiles. Tienen a la mano un abanico de ventajas que las empresas que están comenzando a producir H2V desde cero no poseen. Esto pudiera convertir a las petroleras en los jugadores más importantes en el proceso de descarbonización del planeta.
Recientemente leímos que Ningxia Baofeng Energy Group, una empresa que opera en China «dedicada principalmente a la producción de carbón y venta de productos químicos, ha puesto en marcha uno de los mayores proyectos de hidrógeno verde del mundo (…), ha conseguido poner en marcha un enorme electrolizador alcalino de 150 MW alimentado por paneles solares de 200 MW.»
Otro caso es el del gigante petrolero chino Sinopec, que ha comenzado la construcción de una instalación de electrolizadores alcalinos aún mayor que la de Ningxia, puesto que se trata de 260MW, también en China, que según la fuente citada, se completará a mediados de 2023.
La empresa petrolera Shell, ya comenzó a dar los pasos para ingresar al club de la transición energética. La gigante del crudo firmó un acuerdo con la alemana Thyssenkrupp para llevar a cabo la construcción de una enorme planta de electrólisis de hidrógeno de 200 MW en el puerto de Róterdam, en los Países Bajos.
Ellos, y otros, vieron el autobús y no lo dejaron pasar.
Sandor Alejandro Gerendas-Kiss
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