El motivo de este año 2020: El papel de la diversidad biológica
Este año se celebra las bodas de oro del Día Internacional de la Madre Tierra, instaurado el 22 de abril de 1970, impulsado por el senador estadounidense Gaylord Nelson, promotor de la primera manifestación en defensa del medio ambiente en los Estados Unidos. Hace 50 años Nelson alentó a los estudiantes a desarrollar proyectos de concientización sobre el medio ambiental en sus comunidades. En el fragor de esta nueva energía surgió el Día Internacional de la Tierra, que estrenó su nuevo nombre de «Madre Tierra» en 2009.
El papel de la diversidad biológica
El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), uno de los documentos que produjo la Cumbre de Río, Segunda Cumbre de la Tierra, es un tratado internacional jurídicamente vinculante con tres objetivos principales: «la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos. Su objetivo general es promover medidas que conduzcan a un futuro sostenible».
Como casi todos estos convenios, acuerdos, protocolos, convenciones, el Convenio sobre la Diversidad Biológica está redactado con muy buena intención, pero lamentablemente la realidad dista mucho de sus loables propósitos. Tiene razón la ONU cuando afirma: «A pesar de los esfuerzos actuales, la biodiversidad se está deteriorando en todo el mundo a un ritmo sin precedentes en la historia humana. Se estima que alrededor de un millón de especies animales y vegetales se encuentran actualmente en peligro de extinción».
Diversidad biológica y extinción de especies
Ya hemos dicho en otra parte que hace 590 millones de años sobrevino un Big Bang vital, una inmensa expansión de vida en la Tierra, etapa en la que irrumpió la mayor diversidad de flora y fauna jamás conocida, abuelas de la inmensa biodiversidad que actualmente conocemos. Las diferentes formas de vida habitan lado a lado en una convivencia casi perfecta, porque, a pesar de extinciones de especies en el pasado, la naturaleza siempre se las ha arreglado para restablecer el equilibrio.
La extinción de especies trae como consecuencia la pérdida de la biodiversidad, de diversidad genética e incremento de patologías. Otra de las consecuencias de la extinción de una especie es la alteración de la cadena trófica o alimentaria. Al faltar un eslabón en la cadena, afecta al eslabón precedente, el cual queda sin nutrientes, en cambio, el eslabón consecuente, al estar libre de un depredador, experimenta una expansión desproporcionada, afectando la cadena entera. Si son muchas las especies que se extinguen, pudiéramos asistir a un ambiente caótico en el ecosistema.
Escribiendo en tiempos de coronavirus
En estos días no es nada sencillo abordar algún tema sin considerar el nuevo coronavirus, el más letal y expansivo virus hasta ahora conocido, cuyo efecto en términos militares equivale a un ataque simultáneo por los cuatro flancos del planeta, que hasta la fecha ha matado a unas 170 mil personas, infectado a más de 2.5 millones y mantiene en cuarentena a casi toda la humanidad.
Es la primera vez que los habitantes de nuestro extraordinario planeta azul hemos tenido que enclaustrarnos en masa en nuestros hogares por largo tiempo, un hecho inédito, puesto que no ocurrió ni en las dos guerras mundiales ni en la Gripe Española, que dejó un saldo de millones de muertos, pero no se extendió por todo el planeta. El COVID-19 es la mayor crisis padecida por la humanidad y la más grande amenaza para el Homo sapiens desde que concluyó la llamada edad de hielo, hace doce mil años.
La destrucción de la economía todavía no puede ser cuantificada pero los economistas predicen que las secuelas del virus pueden ser iguales o peores a las de la gran depresión de 1929. A esto se debe añadir los efectos psicológicos causado por la prolongada cuarentena, la pérdida del ingreso familiar para los empleados cesanteados o la caída de ingresos para quienes viven de un negocio o trabajan por propia cuenta. Todo debido al catastrófico virus.
El peligroso microorganismo, carente de vida, compuesto apenas de un material genético protegido por un envoltorio proteico, ha logrado interferir en la vida y las actividades de la mayoría de los humanos. El pequeño ente ha afectado estudios, planes, proyectos, emprendimientos, actividades industriales, comerciales, operaciones quirúrgicas, eventos deportivos, conciertos, viajes, planes vacacionales y muchos más que se han cancelado o pospuesto.
Por ejemplo, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que ya no se celebrarán en julio-agosto de este año, sino en marzo-abril de 2021. Es apenas la cuarta vez que se suspenden. Las otras tres fueron en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Al final de este artículo se puede ver algunos detalles de las actividades deportivas suspendidas o canceladas.
Cambio climático y COVID-19, dos eventos distintos pero con algo en común
El COVID-19 es un evento inesperado, que era imposible anticipar. Solo en las mentes más fantasiosas, dedicadas a la ciencia ficción, podía caber un virus capaz de paralizar la Tierra. A casi cuatro meses del primer caso aún es imposible predecir cuándo y cómo va a terminar todo esto.
Las amenazas del cambio climático, al contrario, se vienen documentando desde hace mucho tiempo, como puede verse en Pioneros del cambio climático. A pesar de esto es muy poca la atención que se les ha prestado a estos pioneros, así como a los científicos actuales. Como consecuencia, hemos llegado a situaciones muy peligrosas, cuya magnitud e intensidad pudieran presentarse como acontecimientos inesperados, tal como lo hizo el COVID-19.
Momentáneamente todo ha colapsado por la llegada inesperada del coronavirus, pero ojo, si el calentamiento global se nos escapa de las manos, el colapso tendría consecuencias mucho mayores y más difíciles de reversar que la crisis del virus. Por lo pronto se tendrán que sacar grandes lecciones de esta anarquía del 2020 y transpolarla a la lucha contra el cambio climático.
Aplazadas la COP26 y la activación del Acuerdo de París
La COP26 ha sido suspendida hasta el año entrante. Otro hecho inédito, pues es la primera vez que esto ocurre desde la creación de las COP, hace un cuarto de siglo. Todavía no tenemos a la mano la fecha exacta de su realización, pero lo más grave es que en Glasgow 2020 ya no será activado el Acuerdo de París.
El documento básico para la lucha contra el cambio climático sufrirá un aplazamiento, cuando lo que más nos interesa es avanzar más rápido.
Principales detonantes y consecuencias del cambio climático
En el futuro, si no se alcanza la meta del Acuerdo de París, limitar entre 2 °C y 1,5 °C el incremento de la temperatura mundial, a partir de su nivel preindustrial, se pudieran presentar eventos como la aceleración de la fundición de glaciares y otras formaciones heladas. Con ello también se aceleraría el aumento del nivel de mares y océanos, con graves consecuencias para las poblaciones isleñas y costeras, obligando a mega migraciones caóticas de personas y fauna.
Este incremento del nivel de las aguas, aunque por ahora se mide en fracciones de milímetros anuales, con un promedio anual de 0,4 mm desde 1993, en un escenario de clima descontrolado pudiera alcanzar niveles mucho mayores, especialmente si sigue aumentando la temperatura en el planeta, tal como ha ocurrido más de una decena de veces en este todavía corto siglo XXI.
Imaginemos lo que sucedería si no atajamos a tiempo situaciones como por ejemplo la deforestación masiva de selvas tropicales o pluviselvas. En este caso veríamos acelerar el cambio climático, tal como ya ocurrió en Borneo, de un modo más rápido que la ocasionada por las emisiones de gases de efecto invernadero.
La deforestación hostil desencadena una sucesión de eventos desastrosos: deforestación > incendios forestales > sequías > degradación de los suelos > desertificación > escasez de agua > pérdida de cosechas > hambrunas. Una vez activada esta cadena de sucesos es harto difícil detenerla, más si no existe la voluntad de detener la tala de los árboles.
Debido a todas estas nubes negras que penden sobre nuestras cabezas, todos debemos abocarnos a estudiar, adquirir conocimientos, unirnos a grupos de activistas ambientales, participar en foros y reuniones sobre cambio climático y temas afines, pero sobre todo no caer en el juego de los negacionistas de la ciencia.
Sandor Alejandro Gerendas-Kiss
Anexo:
Fuente: CNN en español
Principales eventos deportivos que han sido suspendidos o cancelados
Fútbol: Copa América y Eurocopa. Eliminatorias Mundialistas. Liga de Campeones y Europa League. La FIFA los aplazó para 2021.
Básquet: La Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), canceló todas sus actividades. La NBA suspendió la temporada.
Beisbol: La MLB aplazó el arranque de la temporada.
Fórmula 1: Los grandes Premios en Australia, Bahrein, Vietnam y China fueron aplazados.
MotoGP: El Gran Premio de Qatar, el Gran Premio de Tailandia Gran Premio de Austin suspendidos.
Tenis: El Roland Garros se jugará del 20 de septiembre al 4 de octubre. Wimbledon no se jugará en 2020.
Maratones: El Maratón de Boston, el maratón de Seúl y el maratón de Roma fueron cancelados.
Ciclismo: El arranque del Giro de Italia pautado para Hungría fue suspendido. El Tour de Emiratos Árabes fue suspendido cuando faltaban dos etapas por disputarse.
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