Desde 1963 cada 7 de julio celebramos el Día Internacional de la Conservación del Suelo, en memoria del investigador estadounidense Dr. Hugh Hammond Bennet que se dedicó al estudio de la producción y del cuidado del suelo, para mantener el equilibrio del medioambiente.
¿Qué es el suelo?
El suelo es uno de los recursos más importantes para combatir el cambio climático. Al igual que los océanos, los suelos pueden absorber gran cantidad de dióxido de carbono, lo que contribuye a mitigar el impacto de las emisiones de CO2 en el planeta.
“El suelo es el producto final de la influencia del tiempo y combinado con el clima, topografía, organismos (flora, fauna y ser humano), de materiales parentales (rocas y minerales originarios). El suelo es un componente esencial de la «Tierra» y sus «Ecosistemas». Ambos abarcan la vegetación, el agua y el clima en el caso de la tierra, y las consideraciones sociales y económicas en el caso de los ecosistemas”.
Portal de Suelos de la FAO.
Composición
El suelo está compuesto por minerales, materia orgánica, diminutos organismos vegetales y animales, aire y agua. Las plantas y animales que crecen y mueren dentro y sobre el suelo son descompuestos por los microorganismos, transformados en materia orgánica y mezclados con el suelo.
Importancia
En el suelo se reproducen miles de formas de vida, la mayoría invisibles al ojo humano. Cada una de las sustancias que forman el suelo es importante, por lo que el equilibrio adecuado de sus diferentes componentes, a través de su manejo sostenible, es indispensable para su preservación.
¿Qué debemos hacer?
La FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ha establecido 6 razones por las que debemos actuar para conservar el suelo.
- Seguridad alimentaria: El 95% de los alimentos se produce en nuestros suelos. Para 2050 se necesitará producir 50% más de alimentos para mantener a la población mundial. El suelo es un recurso no renovable y preservar su calidad es esencial para la seguridad alimentaria.
- Biodiversidad: Los suelos albergan la mayor parte de la biodiversidad de nuestro planeta. Preservar la biodiversidad representa que el planeta sea resiliente, adaptable y saludable. Los métodos sostenibles para la productividad agrícola preservan la biodiversidad sin degradar los recursos de suelo y agua.
- Gases de efecto invernadero: Los suelos ayudan a combatir y adaptarse al cambio climático. Su gestión sostenible es importante en la mitigación del cambio climático, almacenan el carbono y disminuyen las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
- Subsistencia: Los suelos saludables garantizan la seguridad alimentaria, mejoran los medios de subsistencia y reducen la migración forzada. Su degradación ocasiona pérdida de fuentes de alimentos y medios de vida, abandono de hogares por problemas ambientales, erosión del suelo, la desertificación, la deforestación y la sequía.
- Agua más limpia: Los suelos son clave para el suministro de agua limpia. Capturan, almacenan y filtran el agua, lo que la hace segura para beber y disponible para cultivos. Los bosques en zonas altas previenen la erosión del suelo y garantizan agua potable de buena calidad para los usuarios intermedios.
- Medicinas: Los suelos son importantes para la salud humana. La mayoría de los antibióticos más conocidos, incluida la penicilina, se originaron a partir de microorganismos del suelo, más de 500 antibióticos se derivan de microbios del suelo.
Desafíos
El 33% del suelo está de moderadamente a altamente degradado debido a la erosión, la pérdida de materia orgánica, el agotamiento de los nutrientes, la acidificación, la salinización, la compactación y la contaminación química. La gestión sostenible puede revertir esas tendencias y garantizar la seguridad alimentaria mundial actual y futura.
Los desafíos están en lograr la gestión sostenible de los suelos, evitar la degradación de la tierra y promover medidas urgentes para detener la emergencia climática.
Aíxa Chacín
Fuente: fao.org
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