Actualizado en junio 2022

A partir del titular del día de hoy (22-6-2022), Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2022.

«Sequía en Chile: los efectos del cambio climático y la sobreexplotación de reservas. Desde 2007, Chile sufre una sequía extrema. En muchas regiones, el caudal de arroyos y ríos se redujo entre un 50 y más del 90 por ciento. Los embalses se secan».
DW

Hemos tomado este ejemplo, no porque no existan otros en nuestro continente, sino por lo noticioso que es este texto.

Nuestro planeta pudo haberse llamado “Agua” en vez de Tierra, por la inmensa cantidad del vital líquido que alberga. Por algo es azul y no ocre, aunque la atmósfera también ayuda a pintar ese maravilloso tono, envidia de los otros planetas del Sistema Solar, sin mencionar la exuberante y variada vida que se ha desarrollado en la Tierra, precisamente gracias al agua.

Sin embargo, y aquí viene la pregunta obligada: ¿cómo siendo tres cuartas partes de la superficie de nuestro planeta Agua, no hay agua potable para todo el mundo? La respuesta es obvia. La mayor cantidad de H2O es salada, no apta para el consumo humano ni las otras especies.

En mi época de niño y adolescente, hace tiempo de eso, ya venía pensando en el problema y no solo imaginaba coches voladores, ciudades submarinas o urbes espaciales para ese entonces lejano año 2000. También fantaseaba con desalinizadores supersónicos diseminados por los cinco continentes. No cabía en mi mente que en el planeta Agua no todos pudieran tener a la mano un vaso del transparente y potable líquido al momento de tener sed.

El 97,5 % del agua que existe en nuestro planeta es salada y del resto, no todo es apto para el consumo humano. En la actualidad existe una producción de unos 24 millones de metros cúbicos diarios de agua desalinizada en el mundo, para un abastecimiento de más de 100 millones de personas. Las plantas desalinizadoras presentan varios inconvenientes. En el proceso de extracción de la sal se producen residuos contaminantes que pueden perjudicar a la flora y la fauna. Además, suponen un gasto elevado de consumo eléctrico.

En la antesala de la era de la inteligencia artificial y las energías limpias no debe ser tan complicado convertir agua salada en agua dulce sin causar inconvenientes. Con ello no solo se resolvería la sed, sino también el hambre derivado de la sequía que impide sembrar y por ende suplir los alimentos que hacen falta en muchos lugares.

Estamos todavía a tiempo de apartar un poco de dinero de los presupuestos militares y fabricar menos bombas atómicas y misiles, para ir a la conquista de los continentes líquidos que desbordan con sus saladas aguas nuestro planeta. La sequía ya no es exclusiva de los pueblos remotos, también se acerca a toda velocidad a las puertas de las grandes ciudades. Es impensable que en planeta Agua no haya agua potable para todos.

Sandor Alejandro Gerendas-Kiss

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