Actualizado enero 2019

El descubrimiento de los agujeros en la capa de ozono y de cómo el problema fue abordado mediante el Protocolo de Montreal, es un claro ejemplo de cómo las investigaciones y los descubrimientos científicos sobre anomalías climáticas y ambientales pueden ser discutidas y resueltas exitosamente por las naciones mediante acuerdos, tratados y protocolos, cuando existe el consenso y la voluntad para ello.

La capa de ozono, u ozonósfera, es el filtro natural de nuestro planeta y es esencial para la vida en la Tierra. Este escudo protector natural del planeta absorbe hasta el 99% de los rayos ultravioletas (UV), ayuda a disminuir los riesgos de cáncer de piel, cataratas y evita la supresión del sistema inmunológico humano.

Los tamaños de los agujeros de ozono responden a fenómenos estacionales. Son mayores durante la primavera en las regiones polares y menores durante el verano. En la Antártida el problema de los agujeros es más serio que sobre el Ártico, debido a fenómenos climáticos particulares del hemisferio sur.

La ozonósfera se encuentra ubicada en su mayor parte en la estratósfera, aunque un 10% se halla en la tropósfera. Fue descubierta por Henri Buisson y Charles Fabry en 1913. Gordon Miller B. Dobson realizó las primeras mediciones sistemáticas del ozono estratosférico. Entre 1928-1958 instaló una red mundial de estaciones de monitoreo de ozono, la cual continúa operando en la actualidad. En su honor la unidad de medición del ozono es nombrada Unidad Dobson.

Frank Sherwood Rowland, científico estadunidense, y su colaborador Mario Molina, científico mexicano, demostraron que los clorofluorocarbonos (CFC) disminuyen la capa de ozono. Los CFC son los gases utilizados en refrigeradores, acondicionadores de aire y propulsores de atomizadores. La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos otorgó en 1976 credibilidad a esta hipótesis. A raíz de esto Canadá, Suecia, Noruega y Estados Unidos tomaron las primeras iniciativas para la eliminación de los CFC en los aerosoles.

Joseph Farman, Brian Gardiner y John Shanklin, del servicio antártico británico, en 1985 prendieron las alarmas al publicar en la revista Nature un artículo que documentaba cómo la capa de ozono, situada sobre el continente antártico, se reducía con mayor rapidez de lo anticipado. Debido a ello el hemisferio sur de la Tierra es el más afectado por el problema de los agujeros de ozono, siendo Chile y Argentina los dos países más vulnerables en América Latina.

Ya en ese momento el mundo estaba consciente de la gravedad del problema y comenzaron a esbozarse planes, cuya urgencia se deduce de la fecha en que se negoció el Protocolo de Montreal. Fue en el marco del Convenio de Viena, en 1987. Firmaron 43 naciones.

El Protocolo de Montreal entró en vigor el 1 de enero de 1989. El mismo día los doce países de la Comunidad Europea prohibieron el uso del CFC, el cual fue sustituido por el hidroclorofluorcarbono (HFC), que también destruye la capa de ozono, aunque su efecto es 20 veces menor al del CFC. Por este motivo su uso es de carácter temporal, hasta encontrarse algún sustituto definitivo. En 2006 el CFC fue prohibido a nivel mundial, igualmente para ser sustituido por el HFC.

En años recientes se descubrió que el HFC es un peligroso gas de efecto invernadero, con un potencial de calentamiento global mucho mayor al del dióxido de carbono. En vista de ello se negoció una nueva enmienda al Protocolo de Montreal para reducir gradualmente el uso de HFC en todo el mundo. Se trata de la enmienda de Kigali, firmado por 197 partes en Kigali, la capital de la república de Ruanda, en diciembre de 2016. Entró en vigor el 1 de enero de 2019.

A pesar de todos estos inconvenientes el Protocolo de Montreal funciona y es muy importante que se cumplan todos los acuerdos convenidos.

A la NASA debemos reconocer el constante monitoreo de la atmósfera, y en este caso de la capa de ozono, crucial para saber el estado de la cuestión. La agencia espacial afirma que, si no se hubiera firmado el Protocolo de Montreal, dos terceras partes de la capa de ozono hubieran sido destruidos. La radiación UV, que daña el ADN, hubiera aumentado seis veces. Apenas cinco minutos de exposición al sol habría causado quemaduras a la piel.

Sandor A- Gerendas-Kiss

Fuentes

ONU Medio ambiente. Entra en vigor la enmienda Kigali, un poderoso aliado en la lucha contra el cambio climático. Recuperado de https://www.unenvironment.org/es/news-and-stories/comunicado-de-prensa/entra-en-vigor-la-enmienda-kigali-un-poderoso-aliado-en-la

Wikipedia. Protocolo de Montreal. Recuperado de https://es.wikipedia.org/wiki/Protocolo_de_Montreal

Europa press. Cienciaplus. Se cumplen 30 años del Protocolo de Montreal sobre la capa de ozono. Recuperado de https://www.europapress.es/ciencia/habitat-y-clima/noticia-cumplen-30-anos-protocolo-montreal-capa-ozono-20170913112152.html

Naciones Unidas. Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono. Recuperado de http://www.un.org/es/events/ozoneday/background.shtml