La contaminación ambiental, en general, se produce cuando ciertos elementos causantes de efectos nocivos se acumulan en cantidades que la naturaleza no puede reciclar. En el caso del suelo, en la actualidad, la velocidad de pérdidas de sustratos es mayor con la que se forman. Los suelos se pueden perder, como de hecho se pierden, debido a la contaminación y a la degradación como consecuencia de las actividades antropogénicas que afectan los ciclos naturales de su recuperación. Ya hay quienes consideran al suelo como un recurso natural no renovable.
La contaminación de los suelos se debe principalmente a la inyección de agentes químicos que modifican su composición y afectan el crecimiento de la flora y fauna. Entre estos podemos citar la salinización, pérdida de nutrientes, contaminación con sales de sodio en exceso, acidificación y el envenenamiento de las tierras y plantas mediante uso desmedido de pesticidas y abonos artificiales. Con el tiempo pueden penetrar los estratos inferiores y llegar a contaminar los mantos acuíferos, impidiendo su utilización como agua potable.