En todas las épocas y en todos los campos siempre han existido visionarios, esas personas que anticipan situaciones mucho antes de que los demás mortales puedan vislumbrarlas. Es el caso de Jean-Baptiste Joseph Fourier (1768-1830), matemático y físico francés, quien en 1824 calculó que un objeto del tamaño de la Tierra y con similar distancia del sol, debería ser mucho más frío a como es en realidad nuestro planeta. Afirmaba que se mantenía con un clima templado porque la atmósfera retiene el calor como si estuviera bajo un cristal. Así, a Fourier corresponde el honor de ser el primero en emplear la analogía del invernadero.

En 1859, el irlandés John Tyndall (1820-1893), otro adelantado a su época, descubrió que el CO2, el metano y el vapor de agua atrapan la radiación infrarroja, componente de los rayos solares, proporcionando una temperatura relativamente estable a la Tierra. Esta característica fue la que permitió la expansión de la vida en nuestro planeta.

Svante Arrhenius (1859-1927), cuando los automóviles todavía se parecían a los coches tirados por caballos, pero sin caballos, y lejos aún de masificarse y convertirse en los grandes contaminadores, el científico sueco proclamaba en 1896 que los combustibles fósiles podrían acelerar el calentamiento de la Tierra, estableciendo una relación entre concentraciones de dióxido de carbono atmosférico y temperatura. Posiblemente impactado por la proliferación del humo negro de la industria de chimeneas y de las pesadas y ruidosas locomotoras, sugirió que una concentración doble de CO2 provocaría un aumento de temperatura de 5 °C, debido a su capacidad de absorción de radiación infrarroja, junto con el vapor de agua. Arrhenius daba de esta manera un importante paso hacia la demostración de la teoría del efecto invernadero.

En 1899, Thomas Chrowder Chamberlin (1843-1928) desarrolló en detalle la idea de que los cambios en el clima podrían ser el resultado de las variaciones en la concentración del dióxido de carbono en la atmósfera. En las décadas siguientes, las presunciones de Arrhenius y Chamberlin fueron poco estimadas, pues se pensaba que el CO2 no influía en la temperatura del planeta y el efecto invernadero se atribuía exclusivamente al vapor de agua.

Pasarían unas cuantas décadas sin que se le diera importancia al tema, entre otras cosas porque se creía que las consecuencias de las actividades humanas serían mínimas y pudieran ser neutralizadas por las fuerzas de la naturaleza, como los océanos, considerados grandes sumideros de carbón, que cancelarían la contaminación de origen antropogénico. Actualmente está demostrado que los océanos no son sumideros para todo el CO2 atmosférico. Solo un tercio del CO2 debido a las actividades humanas puede ser retenido por los mares. En 1940 se comprobó mediante espectroscopia de infrarrojo que el aumento del CO2 en la atmosfera provoca una mayor absorción de radiación infrarroja.

A principios de la década de 1950, Gilbert Norman Plass (1920-2004), físico canadiense, otro de los pioneros del cálculo sobre radiación solar e infrarroja, concluyó que las emisiones de CO2 afectan el clima y el cambio climático. Publicó sus resultados en un resumen, en 1955.

Roger Revelle (1909 – 1991), científico estadounidense, coautor en 1957 de un artículo con Hans Suess, que sugiere que las emisiones de gases por actividades humanas podrían crear un “efecto invernadero”, lo cual causaría el calentamiento global con el tiempo. Revelle fue presidente fundador del primer Comité sobre Cambio Climático y Océano y participó en la creación del Año Geofísico Internacional, que luego se convirtió en el principal centro del Programa Atmosférico de Dióxido de Carbono.

En estos tiempos la prensa y publicaciones especializadas comenzaron a hablar sobre el tema. American Scientist, publicó en 1956 una serie de artículos, incluido uno dirigido al gran público. En 1957, The Hammond Times, para describir las investigaciones de Revelle mencionó los términos “calentamiento global” y “cambios climáticos”, y alertó sobre los efectos del uso del CO2 a gran escala. Pero estas advertencias cayeron en el olvido por un buen tiempo.

Para 1972, por iniciativa de Suecia, se realizó la “Primera Cumbre de la Tierra”, en conjunto con la ONU, también conocida como “Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano”. En dicha reunión se produjo la “Declaración de Estocolmo”, equiparable con la Declaración de los Derechos Humanos, orientada hacia la normalización de las relaciones de los seres humanos con el medio ambiente.

Wallace Smith Broecker, en 1975, publicó un artículo científico: “Cambio climático: ¿estamos al borde de un calentamiento global pronunciado?” Desde entonces la denominación comenzó a utilizarse cada vez con mayor frecuencia. En 1976, la declaración de Mijaíl Budyko, “ha comenzado un calentamiento global”, tuvo gran difusión. En 1979 la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, encabezada por Jule Charney, describió los efectos del CO2 de una manera más amplia, atribuyendo su uso al incremento del cambio climático.

James Hansen, climatólogo de la NASA, testificó ante el Senado de Estados Unidos en junio de 1988, mediante una de las primeras afirmaciones públicas de que el calentamiento causado por el hombre ya había afectado considerablemente el clima global. A partir de entonces el término calentamiento global se popularizó en la prensa y en el lenguaje coloquial.

1992 fue el año en que se llevó a cabo “La Segunda Cumbre de la Tierra”, realizada en Río de Janeiro. En ella se emitió la “Declaración de Río”, reafirmación de la “Declaración de Estocolmo” y se dio el visto bueno a la creación de la “Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” (CMNUCC), que entró en vigor en marzo de 1994. Como órgano supremo de la CMNUCC se estableció la COP, Conferencia de las Partes, a fin de dar sentido práctico a sus objetivos principales. Entre ellos, la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. La primera COP se realizó en Bonn, en 1995. Desde entonces se celebran las COP todos los años.

Sandor Alejandro Gerendas-Kiss

Fuentes:

Lenntech. Historia sobre el efecto invernadero y calentamiento global de la tierra. Recuperado de https://www.lenntech.es/efecto-invernadero/historia-calentamiento-global.htm

Wikipedia. Svante August Arrhenius. Recuperado de https://es.wikipedia.org/wiki/Svante_August_Arrhenius

Wikipedia. Efecto invernadero. Recuperado de https://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_invernadero

American Scientist. Carbon Dioxide and the Climate. Recuperado de https://www.americanscientist.org/article/carbon-dioxide-and-the-climate

Real climate. The carbon dioxide theory of Gilbert Plass. Recuperado dehttp://www.realclimate.org/index.php/archives/2010/01/the-carbon-dioxide-theory-of-gilbert-plass/

The Guardian. International edition. News, environment, climate change. The father of climate change. Recuperado dehttps://www.theguardian.com/environment/2005/jun/30/climatechange.climatechangeenvironment2


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