“Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
el caballo en la montaña.”

He tomado prestadas las primeras líneas del poema Romance Sonámbulo del insigne poeta español Federico García Lorca para escribir este artículo, en homenaje a nuestro planeta con motivo de celebrarse el 22 de abril el Día Internacional de la Madre Tierra 2022. Y es que si no construimos rápidamente un mundo verde, naufragamos.

El hidrógeno verde (HV) es el mejor regalo que podemos darle a la Tierra en su día. El HV se vislumbra como el combustible que sustituirá al petróleo y demás combustibles fósiles, por ser un gas totalmente limpio, renovable y verde, y por ello está llamado a ser el protagonista de la transición energética que ya no espera.

Ahora mismo, cuando Alemania y Europa están a las puertas de una severa crisis energética, en el marco de la guerra en Ucrania, es el momento de invertir todo el dinero que haga falta para acelerar la producción de HV y lograr en tiempo récord los volúmenes necesarios para alcanzar la tan soñada sustitución.

El HV es simplemente hidrógeno, el número uno de la tabla periódica, el elemento más liviano y a su vez el más abundante del universo. Pero por la misma razón, por tener peso atómico uno, la fuerza de gravedad de nuestro planeta no es suficiente para retenerlo y por ello el H2 escapa a la atmósfera y no existe en estado libre en la Tierra. En cambio, en el agua, sí que es otra cosa, pues las moléculas de H2O son las más frecuentes en este globo azul donde todos vivimos.

Para separar los dos átomos de H del H2O hace falta construir un electrolizador, un artilugio muy simple y económico, que en mis tiempos de estudiante no era mayor que una pecera mediana o pequeña, con un cátodo y un ánodo, suficiente para que en el laboratorio de química los alumnos pudiéramos aprender a producir hidrógeno a partir del agua. En cambio, para obtener HV a gran escala, se deben construir electrolizadores de dimensiones gigantescas, además, para que el H2 sea verde, el electrolizador tiene que usar electricidad proveniente de energía solar o eólica. Por ello el proceso de transición energética es costoso, pero si lo pensamos bien, preservar la vida en la Tierra no tiene precio.

Además, debemos decirle NO a la construcción de nuevas centrales nucleares que algunos países quieren emprender, como el Reino Unido. A ellos decimos: inviertan ese dinero en producir HV. Los chinos, los mayores contaminadores del planeta, están construyendo el más grande electrolizador del mundo. Europa también está en eso. Debido a la urgencia energética que se ha presentado por la guerra, se hace perentorio meter el acelerador a fondo y fijar una fecha tope y esbozar un verdadero acto heroico para que en el menor tiempo posible la humanidad pueda alcanzar un mundo verde.

Después del COVID-19 y la guerra de Ucrania, la tercera amenaza que se nos viene encima es el cambio climático. Pero éste no tiene vacunas, ni el carácter local o pasajero de la guerra, puesto que afectaría el planeta entero y la recuperación pasaría por un proceso de siglos o milenios. Una vez que llegase, y ojalá pudiéramos atajarlo antes, vendría vestido de catástrofe climática y sería mucho más doloroso y largo poder alcanzar el anhelado mundo verde. Para que no se nos haga tarde, debemos incorporarnos todos a la lucha contra el cambio climático. Ahora, sí, ahora mismo, mejor ayer si esto fuera posible.

Un mundo verde significa combustibles verdes, aires, suelos, ríos y océanos verdes. La enseñanza verde para niños, adolescentes y jóvenes debe ser prioritaria en los programas de educación, al igual que en escuelas, colegios y universidades. El pensamiento verde para padres y representantes, maestros, profesores, profesionales, trabajadores, escritores y poetas deberá jugar un papel preponderante en el proceso de transición que se nos viene. Todos tendremos que ser los facilitadores naturales, llamados a guiar a nuestros niños y jóvenes por el camino hacia un mundo mejor.

En nombre de todos, decimos a nuestro querido planeta Tierra en su día, verde que te quiero verde.

Sandor Alejandro Gerendas-Kiss